
Vuelvo otra vez a las puertas del universo.
Hoy calla más que otras veces.
Hoy me muestra su tranquilo perfil
recortado en el cielo.
Me paro frente a él,
y él como en otra hora,
me nombra.
Me nombra como siempre me nombró.
Su mano abierta que se desliza
a acariciar mis pasos heridos y cansados.
Me invita a esa comunión salada y azul.
Y tímida y feliz, me atrevo.
Me envuelve
en su tibieza y en el brillo de su cuerpo.
Es el retorno al inicio.
Al edén acuoso.
Al amor primitivo del mundo.
Sus hadas de escamas rodean
y contornean mis pasos.
Su aliento despeja todas mis dudas.
Toda soledad.
Vuelven sus ángeles diminutos
a posarse cerca de mí.
Y en su alarido, me recuerdan
el sonido inicial.
Me llevan al origen mismo.
A recorrer en el vuelo.
Al viento.
A su perfil azul.
A abarcar la inmensidad.
A albergarla en mí.
12 de Octubre de 2005.
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